Perón y el hombre
El peronismo es una filosofía de vida, como tal corresponde al terreno de la
metafísica y de la ética. Su doctrina social deriva de una concepción del
hombre y de la vida. Cuando Perón hace referencia a la doctrina social
peronista, no tiene la finalidad de atarlo al hombre a reglas fijas y ortodoxas,
por el contrario, lo que se está buscando es otorgarle al hombre una orientación espiritual para que los
desafíos de la vida sean resueltos todos en un mismo sentido, aun cuando estos
requieran un amplio campo de acción para ser solucionados.
Simplemente deriva de un conjunto de principios éticos,
morales, cristianos, humanos y espirituales que sirven para que el hombre
adopte una posición frente a las cuestiones que le plantea la vida. No hace
otra cosa que indicarle y demostrarle el sentido en que deben ser dirigidos su
pensar, sentir y obrar. Por consiguientes estos lineamientos generales y básicos
para la vida del hombre en comunidad tienen una parte permanente y una parte
cambiante. De aquí surge la necesidad de ir adaptando a los tiempos y a la
época que estamos viviendo, para que los mismos no se convierta con el correr
de los años en un anacronismo, “a fuerza de no evolucionar y no adaptarse a las
nuevas necesidades del hombre”, y pueda seguir con su finalidad que es brindar
una adecuada solución a cada problema.
Por eso el peronismo nunca se conformo solo con establecer principios
doctrinarios de justicia social, sino que fue mucho más allá, desarrollando
alrededor todo una teoría que deriva en la forma del accionar del hombre. Si
intentaran solucionar los problemas sin
ir a las causas fundamentales del mismo, se pasarán la vida "gastando en
aspirina" en una tarea inoperante e intrascendente, como resulta toda
acción que intente solucionar las consecuencias, dejando subsistentes las
causas que las ocasionan. Nada puede construirse a base de simulación e
injusticia, decía Perón.
El motivo por el cual deriva el gran éxito del peronismo y de sus innumerables
realizaciones tanto en el orden material, como espiritual que ha concretado en
la práctica, se debe a que siempre fue a la raíz del problema.
Las conquistas de justicia en el orden social dieron lugar al renacimiento de
un nuevo ser. Logrando en el hombre una superación personal, que lo llevó a lo
más alto de su ser. Nunca se busco y no se busca que el hombre sea un santo,
sino que cada día sea una mejor persona, que este mucho más cerca del bien,
tanto en pensamiento como en acciones. Porque solo el amor y el respeto a Dios,
al prójimo y a las instituciones pueden hacer cada día más grande a nuestra
nación.
Perón siempre fue un convencido de que la lucha de clases es un agente de
destrucción y no de construcción, y la humanidad para ir a un puerto seguro no
debe emplear nunca el sistema de la destrucción, sino el da la construcción. El
secreto está en asegurar la justicia, que es la única forma de suprimir la
lucha y en restablecer los valores en el hombre. La dignificación, el respeto y
la valorización de las cualidades humanas del hombre, dieron lugar a que el
hombre tomara la fuerza suficiente y
vaya en búsqueda de una más amplia participación de los frutos de la
civilización, y a su vez esta decisión lo orientó hacia un pleno desarrollo.
Cuando los hombres toman conciencia de su sentir, pensar y obrar, se sienten parte
y más responsables del destino común, ese el objetivo. Al tomar el hombre
conciencia social y personalidad social se
convierte en un instrumento de realización, para su familia y para la comunidad
dando origen a la construcción del alma colectiva del pueblo. El hombre siente
el deber de transmitir y de construir a su alrededor un mundo mejor, siendo
participe de la construcción de una sociedad más civilizada, menos politizada,
y principalmente con valores.
La nueva filosofía de vida, simple, práctica que transmite el justicialismo, es
a los fines de que la humanidad pueda vivir dignamente y de una manera mejor.
Así como las características negativas ya sea del hombre o de una sociedad lo
hacen perjudiciales a sí misma, las cualidades de una persona y los caracteres
positivos de un pueblo lo convierten al hombre en un ser superior y a la
sociedad en una comunidad por excelencia, en donde se encierran todas virtudes
indispensables para que el hombre y las comunidades realicen su propio destino.