La Doctrina Peronista en pocas palabras.

Gobernar es fácil, lo difícil es conducir.
La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
El Justicialismo no es un hombre, es una doctrina.
El Justicialismo necesita apóstoles y para ser apóstol hay que estar dispuesto a ser héroe, y solamente los fanáticos de amor por una causa son capaces de morir por un ideal.
El Justicialismo ha dejado de ser la causa de un hombre para ser la causa del pueblo, y por ella sí valdría la pena darlo todo, incluso la vida.
Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona.
Los precios suben por ascensor, los sueldos por escalera.
La organización vence al tiempo.
Nuestras elecciones deben ser producto de profundas meditaciones.
Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista.
Soy un General pacifista, algo así como un león herbívoro.
Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar.
Yo he visto malos que se han vuelto buenos, pero no he visto jamás un bruto volverse inteligente.
La Argentina es un país riquísimo que hasta ahora ha sido saqueado por propios y extraños.
La única verdad es la realidad.
No hay peor cosa que un bruto con inquietudes.
Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él.
Quien me quiera seguir, que me siga y quien me quiera acompañar, que me acompañe.
Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música, que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.